Los vehículos rotulados por Juan el Petudo
La excelencia que alcanzó Juan Santana Martín el Petudo en la rotulación de vehículos es legendaria. En una época sin ordenadores ni tecnología específica, confeccionaba sus plantillas en papel o dibujaba directamente sobre el soporte con el simple uso de un escalímetro, instrumento que le permitía reproducir proporcionalmente un rótulo de grandes dimensiones a partir de una simple tarjeta de visita. En la mayoría de casos se veía obligado a preparar previamente toda la superficie del vehículo, lijando primero y aplicando un fondo sobre el que después pintar con pinceles los textos e ilustraciones correspondientes. Su dominio de la técnica fue tal que, al compararse, resulta muy difícil diferenciar sus trabajos de las actuales reproducciones fotográficas impresas en vinilo.
Contexto histórico
Durante los años 60 y 70 del pasado siglo, todo el mundo en La Palma conoció a Juan el Petudo, directamente o través de sus numerosos trabajos. Su historia es peculiar dentro del mundo de la rotulación, ya que consiguió sacar adelante a su familia de cuatro hijos y esposa de manera holgada, aprovechando la falta de competencia y trabajando duro. Ganó suficiente dinero para alcanzar un nivel de vida inalcanzable para la gran mayoría de rotulistas españoles, que apenas lograban subsistir desempeñando un oficio no demasiado bien pagado. Como contrapartida, su fama y reconocimiento quedaron circunscritos al reducido ámbito insular.
Nacido en 1936 en Arucas (Gran Canaria), a los 8 años sufrió un accidente que le mantuvo confinado en un hospital durante un largo periodo de tiempo. Las secuelas físicas que le quedaron propiciaron su apodo "el petudo", derivado de la palabra peta (canarismo de procedencia portuguesa que significa joroba o corcova). El pequeño Juan encontró en el dibujo un recurso para llenar las largas horas de estancia en el hospital. Poco a poco fue adquiriendo una gran habilidad con el lápiz y una creciente inquietud artística. Tras su salida, ingresó en una academia de arte en Las Palmas de Gran Canaria, donde desarrolló habilidades en las disciplinas del dibujo, la pintura y la escultura. Aunque el escenario en aquella España de los años 50 era de una gran depresión económica y escasas oportunidades laborales, Juan no tuvo demasiadas dificultades para empezar a ganarse la vida aceptando encargos de rotulación para algunas empresas.
Junto a su amigo Manuel Corujo, aceptaron una oferta de trabajo para la empresa de La Palma Lumenx Neón, que recibía cada vez más encargos de rótulos luminosos. Tardaron muy poco en comprender que rentabilizarían mucho más su trabajo estableciéndose por su cuenta. Juan se encargó del diseño y de los rótulos a pintar, mientras Manuel, electricista, se ocupaba de los tubos de neón y de la instalación eléctrica. Al cabo de un tiempo, Manuel volvió a Gran Canaria para montar su propio taller, pero Juan se instaló en La Palma con su familia, pues los encargos no cesaban y el trabajo iba en aumento. Bajo el nombre comercial de JUSAMAR, acrónimo de sus apellidos, rotuló cadenas de supermercados, talleres, concesionarios de automóviles y todo tipo de negocios. Pero donde lució sus habilidades de una manera espectacular fue en la rotulación de numerosos vehículos para la empresa Atlántico SA, distribuidora de bebidas y productos de alimentación en La Palma, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Juan se desplazó en numerosas ocasiones a cada una de estas islas para rotular de manera magistral las furgonetas y camiones de la empresa. La excelencia que alcanzó Juan el Petudo en la rotulación de vehículos es legendaria. Su dominio de la técnica fue tal que, al compararse, resulta muy difícil diferenciar sus trabajos de las actuales reproducciones fotográficas impresas en vinilo.
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