El Cortijo
Pareja de rótulos en mosaico cerámico que identificaban la antigua atracción turística "El Cortijo" en el Puerto de la Cruz, una plaza de toros muy popular en la segunda mitad del siglo XX. El auge turístico de la población en los años 60 y 70 impulsó la creación de este tipo de iniciativas, que combinaban tradición española y espectáculo. Los mosaicos, conservados en parte, son representativos del tipo de gráfica comercial destinada a atraer la atención turística, utilizando técnicas artesanales de azulejería vidriada. Reflejan no solo la estética de la época, sino también la adaptación de la cultura popular al incipiente mercado turístico.
Contexto histórico
Actualmente cerrado, el recinto fue una singular atracción construida por Frank Haisten, un emprendedor de los Países Bajos conocido como "el holandés" para reproducir en pequeño formato una plaza de toros, concebida como entretenimiento para visitantes extranjeros. Inaugurada en los años 60, en ella se ofrecían espectáculos a los numerosos turistas que visitaban el norte de Tenerife en esa época. En realidad no eran toros, sino novillos (vacas jóvenes) y no se mataban, simplemente eran toreados en la arena por un novillero (aprendiz de matador). También se ofrecían exhibiciones de equitación, doma de caballos y arte ecuestre.
Los murales de cerámica, realizados en la década de los 90, fueron encargados por Antonio Suárez, que relevó a Frank Haisten en la gestión del establecimiento. El legado de El Cortijo y su plaza de toros forma parte de la historia cultural y turística del Puerto de la Cruz.
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Fuentes de Investigación
Referencias
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